domingo, 4 de mayo de 2014

Abres los ojos y te das cuenta.

Que curiosa la vida, cuando menos te quieres, cuando menos confianza tienes en ti mismo, aparece alguien. Aparece esa persona que te va a hacer sentir en el séptimo cielo, que conseguirá que con solo una mirada los nervios afloren en tu interior.

Cuando menos lo esperas, aparece una necesidad constante por saber de ella, por pasar las horas muertas hablando de tonterías, de demostrarla todo lo que la quieres, de pasar momentos a su lado, de abrazarla y no soltarla nunca.

Y pasa el tiempo, y ese primer cosquilleo que sentías cada vez que la mirabas se hace más grande. Y junto a ese cosquilleo va ligado una sonrisa tonta. Y te sientes feliz, tan feliz que te llegas a asustar, porque sientes miedo, miedo a que todo se desvanezca, a que esa alegría que gobierna todo tu cuerpo deje de existir. Entonces te das cuenta de que no es algo más en tu vida, que la necesitas, que no quieres perderla, que estás enamorado.

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